La parte menos idílica es que yo -que soy florecilla de invernadero- terminaba con las manos despellejadas, escocidas y rozadas de la pala. Los estudios, el trabajo, las fiestas de los sábados y las resacas domingueras me liberaron de esas y otras tareas domésticas artesanas y así colgué el delantal y me olvidé de estos y otros conocimientos naturales durante muchos, muchos años.
Pero cosas del destino: mi herencia genética, por lo menos hasta ahora, se centra en unos "problemillas" de piel: rosácea, cuperosis, piel atópica rosácea y algún que otro lunar molesto ya extirpado ... lo que me llevado de peregrinación a dematólogos-as, alergólogos-as y esteticienes en busca de la panacea o simplemente de la cremita que me aliviase los picores, ronchones, escamaciones, tirantez, sequedad de piel y un largo etcétera.
LLegó un momento que el gasto mensual en cremas, tónicos, geles, jabones, cortisonas, hidrocortisonas y fórmulas magistrales era más acorde al bolsillo de Nicole Kidman que al mío ¡y eso sin contar con todas las limpiadoras, cremas, tónicos, geles y trastos almacenados porque me producían sensibilidad o alergia!. Así que pensé...
- Ummm, ¿con que me lavaba y me cuidaba la piel cuando vivía en el caserio?. ¡EUREKA!. Empecé a hacer jabón básico de aceite de oliva virgen y mi piel empezó a mejorar poquito a poco. Luego fui recuperando otras recetas y fórmulas de jabones, cremas y bálsamos labiales.
Hoy en día, ¡estoy más feliz, qué una perdiz!. Aun tengo cremas y pontingues farmaceúticos que utilizo puntualmente para los brotes pero todo lo demás que utilizo es: espumita14, Jabonería y Cosmética Arte-Sanas.
Quiero también hacer público que perdono a mis aitás por la herencia genética pero -¡AMAAA, RECUERDA, QUE LA SORTIJA DE BRILLANTES TAMBIÉN ES PARA MÍ!
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